La idea de llevar los componentes de la vivienda a la cadena de montaje puede sonar moderna, pero es centenaria. Las primeras casas levantadas con componentes modulares se empezaron a vender en 1837 entre los inmigrantes en Australia. Herbert Manning diseñó sus portable “colonial cottages” específicamente para ser transportados en barco. “Ninguna de las piezas es tan pesada que un hombre o un muchacho no pueda cargarla fácilmente algunas millas, incluso sin la ayuda de bestias de carga”, rezaba el folleto promocional. 

Todas las casas se construían en el taller de carpintería, y no se requería trabajo de obra, más allá de unos cimientos sencillos. Las viviendas que llegaban por tren a California durante la fiebre del oro de mediados del XIX o los primeros edificios en las colonias inglesas son otros ejemplos tempranos de esta manera de montar casas. 

Eran de madera y, más tarde, de chapa metálica corrugada. En la segunda mitad del siglo XIX, más del 60% de las viviendas de Estados Unidos eran prefabricadas. Con el inicio del siglo XX llegaron los grandes catálogos de venta por correo. Aladdin fue la primera empresa que ofreció un kit con piezas cortadas y numeradas para levantar una casa que se elegía por catálogo. Y Sears vendió unas diez mil viviendas por correo entre 1908 y 1940.

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El acercamiento de los arquitectos a las casas prefabricadas ha sido una constante desde los años veinte, pero no siempre ha ido acompañado de una posibilidad real de producción industrial.     Desde los años noventa, sin embargo, a la necesidad de conseguir una vivienda asequible, un a oficina un local o un sitio de alojamiento de bajo costo y y mantenmiento,  se ha unido la preocupación por otros valores como el respeto al medio ambiente y la sostenibilidad en la construcción, y los arquitectos cada día se apoyan más en materiales industriales prefabricados. 

Esta opción no sólo acorta los plazos de ejecución sino que además permite la construcción en seco, un procedimiento que evita buena parte de los componentes que tradicionalmente se emplean en un edificio, como el hormigón armado, los morteros de cal, el cemento, el yeso o las mamposterías. Estos materiales condicionan, con su tiempo de fraguado, el rápido avance de la obra, generan muchos residuos y consumen mucha agua y energía en el transporte

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